Dios es justo y misericordioso; esto lo sabemos desde el principio, y nos salvó por su gracia.
Justicia: Recibir lo que merecemos
Misericordia: No recibir lo que merecemos
Gracia: Recibir lo que no merecemos
Si Dios hubiera hecho justicia con nosotros estaríamos condenados a la muerte eterna. Dios tuvo misericordia del mundo y no nos condenó, y en su infinita gracia envió a su único Hija a morir por nuestros pecados y ser llamados al arrepentimiento y a la vida eterna.
"Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." Efesios 2:1-10
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." Efesios 2:1-10
Nosotros no merecíamos la salvación, sin embargo tan grande e inexplicable es el amor de Dios que le plació salvarnos.
Lo que yo era, no soy más; y por su infinita gracia que me ha mostrado su gran amor, le obedezco. Le obedezco porque le amo y anhelo ir a su reino a darle las gracias personalmente por haberme salvado y amado. Para ir a su reino, debo andar con Él, y nada más me place que caminar con Cristo.
En la gracia infinita de Dios fuiste salvado y rescatado. ¿Se lo estás agradeciendo con tu vida?
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